Los senderistas sobreviven a la etapa más dura

Una madrugada y una mañana bastante fresca sufrieron los senderistas el segundo día del camino. Todos cambiaron las mangas cortas por forros polares porque la temperatura cambió bastante. Así que fueron corriendo a desayunar y sentir algo caliente en el cuerpo. La cola que se formó para coger el café y algo para acompañarlo fue inmensa, pero rápida, porque los voluntarios y camareros que estaban entregando los desayunos en el interior del casino de Albatera hicieron un trabajo totalmente efectivo.
Pronto llegó la hora de salida y la banda local que había recogido a los caminantes a la entrada, también fue su compañía durante la salida del pueblo, consiguiendo a toque de tambor, que los participantes se despertaran totalmente y se sintieran más animados. Además pronto llegaría la primera parada del día. Esta vez en el campo de concentración de San Isidro, donde como todos los años al lado del monumento homenaje al poeta, esperaba el alcalde Fernando Morales para dar la bienvenida y ofrecer un pequeño almuerzo a los participantes para reponer fuerzas. Amenizaron el momento niños del colegio público de San Isidro recitando algunos poemas así como Francisco Esteve y los dramaturgos Atanasio Díe y Manoli García que eran los encargados del acto. Invitaron también a que todo el que quisiera hacerlo leer un poema porque el micro estaba abierto durante todo el tiempo que los senderistas estuvieran allí.
El calor se empezó a notar de camino a Crevillente. Una de las etapas más duras porque las paradas son escasas y el camino es monótono, por lo que es el momento que utilizan los participantes para cantar y contarse confidencias con sus compañeros de viaje mientras caminan. Pero a las dos de la tarde los caminantes llegaron a la estación de tren de Crevillente, allí el bocadillo de salchicha con la bolsa de pipas y la chocolatina típicos de todos los años estaban esperando en bolsas, y preparados para ser repartidos entre los viajeros. Pronto comieron y los senderistas se echaron una pequeña siesta en el suelo de la pista de fútbol contigua a la estación, porque empezaban a notar el cansancio que provocaba tantas horas de camino.
Mientras descansaban niños de la localidad de distintos centros escolares recitaron algunos poemas.
A las tres y media de la tarde con un sol abrasador y una pequeña brisa aliviadora comenzaron los participantes de nuevo a caminar hacia Elche la ciudad destino del dia. Muchos de ellos quisieron adelantar camino en contra de la voluntad de los monitores del Instituto Valenciano de la Juventud por lo que hubo problemas en la etapa de la tarde que obligó a los voluntarios a no hacerse cargo de aquellas personas que quisieran ir por delante del monitor organizador.
Tras dos horas y media ya se podía ver a lo lejos los luminosos de las grandes superficies de la ciudad ilicitana. Allí hubo un momento de reencuentro donde los senderistas adelantados tuvieron que esperar a los más rezagados para ir juntos al gran evento preparado para la tarde.

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